Dilemas educativos, la transformación posible

La transformación de la sociedad es un proceso, nos recuerda el Presidente de México cada que considera necesario y es importante. Pero no es el único, la cotidianidad social también nos lo hace ver. Las reacciones que ha generado la cuarta transformación llevan a la polarización, ha puesto a discutir a personas que juzgan con descontento desde su visión y emociones frente a personas que intentan comprender y justificar. En medio de ello hay miles de funcionarios, unos nuevos y otros experimentados tratando de atender los planteamientos políticos de la nueva administración. ¿Se les puede juzgar en lo general?, ¿convendría hacer análisis particulares antes de establecer una opinión sobre lo que hace la administración?, ¿por qué visualizar un hecho concreto desconociendo su historicidad si es evidente que se trata de procesos?

Es necesario reflexionar cada situación en perspectiva para evitar hacer juicios gratuitos. Las demandas sociales son innumerables, las formas de atenderlas parecen demasiado acotadas, el reto exige un esfuerzo de creatividad demasiado alto y pensar en experiencias concretas puede ser de utilidad.

En relación al oficio de la Secretaría de Hacienda del 29 de abril, donde se establece que “toda aquella persona contratada a partir del primero de diciembre de 2018 en alguna plaza permanente, eventual o de honorarios en cualquier delegación u oficina de representación de las dependencias y entidades de la Administración Pública Federal deberá ser separada de su encargo”, esto afectó a más de quinientos trabajadores del Consejo Nacional de Fomento Educativo (CONAFE) quienes se han organizado y han buscado respuesta de las autoridades federales. Antes de expresar un juicio sobre el sentir de estos ex trabajadores del gobierno habría que poner en contexto su situación.

El CONAFE es un organismo descentralizado de la administración pública federal que tiene por objetivo incrementar las oportunidades de acceso, permanencia y aprovechamiento (escolar) de niños, niñas y adolescentes que viven en localidades de alta y muy alta marginación o rezago social.

Históricamente CONAFE ha sido reconocido por los servicios educativos que ha prestado en el nivel de primaria – mediante los cursos comunitarios – a comunidades de menos de 2500 habitantes. La organización de estos cursos se dio mediante escuelas multigrado, atendidas por jóvenes con al menos estudios de bachillerato que reciben un apoyo económico mensual y cuando terminan su servicio se ven beneficiados por una beca para continuar sus estudios.

En la experiencia acumulada de esta institución se han generado modelos educativos innovadores para dar servicios a estudiantes de preescolar, primaria y secundaria, atendiendo con programas específicos y pertinentes a poblaciones indígenas de todos los grupos culturales del país y niños que migran a campamentos agrícolas con familias de jornaleros. Hay que enfatizar que estos servicios se prestan en localidades donde se ha considerado poco rentable instalar escuelas de organización completa, como las que hay en las ciudades, esto por la baja cantidad de población en edad escolar y los altos costos que representaría para el sistema educativo asignar docentes en estos espacios, que por lo regular son los más alejados. Uno de los factores por los que estos servicios son baratos es porque las comunidades se hacen cargo de la manutención de los jóvenes profesores.

Esta experiencia ha sido valiosa por dos cosas: primero, las innovaciones pedagógicas que ha producido, construidas desde las comunidades, considerando las condiciones de contexto y cualidades de las poblaciones atendidas, reconocidas a nivel internacional y que han sido referente para las escuelas multigrado de otros países. Segundo, por ofrecer servicios educativos en los lugares más alejados a muy bajo costo en relación con el gasto que se genera para atender a estudiantes de escuelas con organización completa. Si fuera poco, al hacer un comparativo entre los resultados de las evaluaciones estandarizadas – esas que han sido satanizadas por grupos de docentes – entre estudiantes de CONAFE y estudiantes atendidos por otras instituciones como la DGEI, en condiciones socioeconómicas similares, los resultados no tendrían diferencias significativas.

Tenemos así que para ahorrar recursos con el ánimo de favorecer a los pobladores de los grupos más marginados se recorta el personal – en este caso – de una institución que tiene por objetivo favorecer a estos pobladores. ¿Qué funciones tenía este personal? En muchos casos se trata de personas que tenían como encargo favorecer el trabajo de los jóvenes que prestan su servicio educativo, el último nivel de responsabilidad profesional, quienes acompañan, asesoran, coordinan o apoyan las labores educativas en diferentes regiones del país, con sueldos de entre cuatro y seis mil pesos según su propio dicho, varios de ellos con más de quince años de colaboración profesional.

Es clara también la necesidad de generar economías para poder redistribuir la riqueza, establecer nuevos compromisos profesionales para que la burocracia sea un motor del cambio social, sin embargo quedan varias preguntas en el aire, ¿habrá criterios de equidad para planear las reducciones de personal de acuerdo al tamaño y objetivos de las instituciones?, ¿la asignación de recursos a la población es la mejor manera de garantizar sus derechos o – como en el caso de CONAFE – se pueden retomar experiencias de instrumentación de políticas públicas que garantizan el ejercicio de derechos elementales a costos bajos?

Sobre la última pregunta, tal vez la experiencia de CONAFE pueda ayudar a imaginar otra forma de hacer política pública, con participación comunitaria, considerando la diversidad social y cultural, sin construcciones faraónicas ni presupuestos onerosos, si fuera el caso ¿convendría entonces fortalecer esta institución para mejorar su eficiencia y eficacia en vez de debilitarla?

Pensar la política educativa de otro modo, desde las comunidades y reconociendo sus condiciones y necesidades implicaría abandonar el paradigma moderno con grandes programas universales y unificadores, con infraestructura voluminosa y pedagogía reducida, sin control sobre eficacia ni eficiencia. Otras líneas de política pública sobre los que tal vez convendría pensar de un modo alterno son la salud y la creación de energía, ¿conviene hacer grandes construcciones, con una mirada unificadora de las necesidades sociales cuando de lo que se trata es de redistribuir la riqueza con equidad?

Es vieja la pregunta de si convendría más tener varias plantas de generación de energía distribuidas por todo el territorio en lugar de pocas plantas, grandes y con alta producción. Tal vez se gastaría más en la construcción de muchas plantas pero se derrocharía menos energía en su traslado. Del mismo modo se puede ahorrar tiempo y recursos planeando – o cuestionando – políticas públicas en términos globales, pero podría ser más eficiente pensar sobre situaciones concretas.



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1 respuesta

  1. Tienes toda la razón, sin embargo el problema radica, en gran parte a la mala distribución del recurso y otro a el desvío a ojos visto de otro. Las comunidades no han comprendido el verdadero espíritu del CONAFE. Los gobernantes han hecho una bandera política a donde se reparten el “botín” del CONAFE. Sería conveniente la creación de una Fiscalía , con las debidas consideraciones , sobre todo integrada por personas de reconocido prestigio laboral, moral y de conocimiento de la realidad. En Mexico es una utopía eso de la inclusión y la equidad.

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