son sonidos iracundos como los truenos que asustan a los árboles antes de llegar
llamas solares esparcidas por el viento como diminutas gotas que resbalan por las hojas
y forman siluetas con su brillo rosado a veces
naranja si inclinas la cabeza
azul si estiras el cuello por encima de las nubes
son gigantes que caminan encima de los edificios
pero no los revientan
como los dueños que pisan al labriego sin aplastarle
como los peones que pasean sobre los surcos sin abandonar su sonrisa
como las cascadas que tallan la piedra sin sacar una chispa
años duros de alegre canto dice el arroyo
porque cada gota no es siempre la misma
años duros de rabia y silencio
dice la roca porque cada nueva visita le da forma
la acaricia suave como el azúcar
pero le roba el filo
la desmenuza grano por grano para alimentar de cristales el mar
para que la infinita obra de la caricia termine por rodar la piedra
por brillar en la cresta de una ola
por adornar una calle
o una maceta solterona
desde el horizonte vengo
soñé tu sonrisa en medio del bosque
busqué tu silueta cada mañana en la pendiente húmeda
donde solo el eco arropa
miré la galaxia de tus ojos y escuché tu voz en mi memoria
marcada como fractura tectónica
a media montaña
y caí como los cerros
y rodé como los troncos viejos a media pendiente
cuando el llanto les humedece los pies
soñé con tus labios
esta madrugada que miro tus ojos en un árbol
y pienso que el horizonte somos las gotas
los cristales y la cresta
que nuestras rocas piernas
deben volverse ligeras
si quieren volver a la cima
y que el vapor les levante
Isidro Alterrealista
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