uno a uno los bloques de tus palabras cayeron
serpenteando como el humo de tus pasos
cuando intenté seguirte
al desierto húmedo de tus labios
al rostro ajeno del tiempo concreto
el que no se mueve
el que se sostiene solo
y se quiebra
cuando la madre lo reclama
pues nació de sus manos
de sus piernas
una a una las nubes me recordaron tus manos
con sus dedos largos como los rayos
helados y abrazadores como el viento de noviembre
en tu ciudad
Tú ciudad
Tú monte
Tú montaña
Luna cobijada por las nubes
resguardada del humano deseo
del humano desdén
por el tiempo quebrado
el camino abierto
tú ciudad porque en tus caminos lo siguiente es lógico
tú monte porque en tus pasos
la humedad encanta
entre los troncos
vivos con sus brazos de bronce
con sus piernas hundidas
ansiosas
de la fuente materna
los sonidos extravían
alados
huecos como el amor añejo
grises como la persistencia de tu ausencia
dorados como la tarde que te esperé
desde el piso 9
para abrir el tiempo que no se cuenta
para saborear tus labios
con su voz de arroyo
y palabras de cascada
la calma atisba
entre matorrales
desde la tierra
como la verdad del perseguido
siempre bífida
siempre ajena y añeja como raíz
como los hongos
En las apiladas calles
los rostros ajenos recuerdan el tuyo
la lluvia nace de adentro
como si la llamaras
como cristales que la gravedad universal arranca a mi cuerpo
como si el conjuro de la señora
y su paloma
y su frío
y su parque
fueran siempre de bronce
inmutables al calor
al color
a tu voz
y a tu ausencia
Isidro Alterrealista
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