Siempre mordí la mano que me hizo beber
algodones derretidos que hicieron de los cantos un juego de color
siempre tiré la fruta eterna que la serpiente deseo
mi sombría juventud terminó escondida en las montañas
antes que el deslumbrante padre terminara con el baile de luces en terciopelo
antes que los tragos de alegría con inverso aliento centraran mi mirada en el objeto de mi laconismo solo supe ver arriba
solo supe cerrar los oídos al ajeno como cuando mi desnuda miseria
supo seducir el rabioso deseo
de romper el sereno con la angustia
revelada por la piel que resiste
golpes bañados de acero
golpes partiendo mi piel
como el rayo nocturno
que lento y furioso amenaza con partir la tierra de orgullo
porque no supo sostenerse más y solo sabe ahogarse
como dos ojos angustiados de haber extraviado un recuerdo
en el sangrante amanecer
en el paciente rojo arroyo que se endurece y quiebra como el orgullo de quien tuvo una bota en la frente
No sé querer
Solo he sabido abandonar
La órbita
La osa
La marea
El orgullo
Y el dolor
Solo he sabido entregarme a quien no me despoja
Tributar mi llanto a quien siembra sonrisas
y las riega como Tezcatlipoca
Cantar por la vida de los que fueron arrebatados del sueño
Soñar el paisaje de los que perdimos la brújula
los que no podemos seguir ya las líneas luminosas del negro manto
ni la brisa nos atiende
solo admirar sabré
a los hijos del telar eterno
las arañas del futuro
los sastres de la inconformidad
Isidro Alterrealista
Categorías:Viajes insolentes
Responder