
son las sombras que crecen con la tarde
las hojas que se vuelven ocre
con el sonido de un piano entre sus ramas
son las olas que saltan buscando la luna
y las nubes que oscurecen
por cada beso marchito
son los pies que llenan las calles de rutina
y los recuerdos que echan raíces en la banqueta
como mala hierba a medio monte
sin permiso
ni barrera
así perdemos la vida
como un cerro que se desgrana
encima de la laguna
la fortuna que se humedece
cuando el invierno se aferra a las paredes
respiramos muerte todas las mañanas
y sembramos vida con los sueños
que escapan de las sábanas
porque nadie salta del balcón para ser feliz
porque nadie sonríe a luz y sombra
querido corazón
no saltes sin cicatrices
no dudes en duermevela
el sol no se mueve
solo quienes miran las almas por su herida
querido corazón
un día seremos tan honestos
como la luz en que nace el ocaso
un día
el mar desbordará un cuadro viejo
como la alegría que llueve con tu andar
Isidro Alterralista
Categorías:poesía, Viajes insolentes
Deja una respuesta