Las palabras son espejos que multiplican nuestros brazos
podemos sembrar con ellas nuestro cuerpo
las tierras añoradas por otros ojos
otras manos
como se siembran los sueños en la pared más inhóspita
cuando un niño atrapa el horizonte en una línea
Las palabras son dragones diminutos que entran por los ojos
encierran el fuego en tu vientre
y lo desmoronan como el agua de río crecido
en un muro tan indolente
tan ingenuo y perseverante
como una presa
que niega el sentido de su nombre
cuando intenta contener la corriente
No te dejes llevar
las palabras son duendes
que vivien en el bosque de tus miedos
entre la niebla de tus anhelos
tan dependiente de cada raíz
tan vehemente para buscar moverse por propia cuenta
entre el más calido desequilibrio
a la menor provocación del fuego que los duendes construyan
porque el fuego como la tristeza se construyen de la nada
de la niebla
con el juego de dos enamorados suicidas
y la ironía de su unión consumada
consumida
Con
su
vi
da
Pero no todo está perdido
no toda alegría se condena al naufragio
Las palabras
Son polvora
Son fuego
Son la coa
El hambre
La sed
La muerte del deshauciado
Y el canto de los grillos para quien escapa de una condena
tan larga y profunda
como la memoria de una ballena
Las palabras
son la coa
Por ellas nacemos cada mañana
para cantar los pazos cada tres semillas
soñarnos tarde blanca de cabello
periódico en mano
un sol sin viento y calle desierta
soñarnos almohada en mano
aliento de labios ajenos
cuerpo vaporoso del único juego en que siempre pierdes
ese donde la noche encarece
No debes caer
Las palabras forman el sueño y su justicia
el crimen y la condena
Isidro Alterrealista
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